domingo, 27 de diciembre de 2009

Rechazad@s

Domingo por la mañana. Situación: mi madre me pidió que le grabara en un CD los últimos dos discos de Alejandro Fernández (Dos Mundos). Cuando lo termino (el muy hdp hizo un disco doble con discos tan cortos que entraban holgadamente en un CD-R) mi madre me insiste en que escuche la siguiente canción que les transcribo (editado y eliminando las estrofas repetidas):

Mi Rechazo

Vas a sentir mi rechazo
desde arriba y hasta abajo
de tu cuerpo traicionero

Aunque esquives mi mirada
no te servirá de nada
no lo podrás evitar

Vas a saber qué se siente
tener la sangre caliente
y frio el corazón

Vas a saber cuánto pesa
quince noches de tristeza
y quince de desilusión

Y mas de lo que te di
le dare a quien lo merece
porque exactamente a ti
es a quien no se parece

(...)

Vas a encontrarme en los labios
de quien le niegue a los tuyos
la sinceridad de un beso
y en la sonrisa forzada
de quien comparte tu almohada
también me va a encontrar

(...)

Luego me dedicaré a criticar el contenido de la letra de esta canción (de la música ni hablemos, Fernández es deplorable). Lo cierto es que a raíz de la escucha, mi madre me preguntó qué es lo que hacía que el rechazo primero generara este tipo de "actitudes vengativas" (cuando lo hace) y más particularmente por qué el ser rechazado produce un enganche mayor (y ahí me vino directamente a mi yugular).
Para poder explicar el origen de ambas preguntas, se hacen necesarias dos contextualizaciones.
Contexto 1:
Mi madre prácticamente desconoce el rechazo masculino. Su primer y único (por ahora) gran amor ha sido mi padre. Se conocieron cuando ella tenía 15 años (él 19) y desde entonces nunca se separaron. Ni las peores peleas generaron alejamientos que supusieran algún tipo de separación. Quizá no se vieron algún fin de semana, o se mandaron menos cartas (en esa época se escribían, esssta que iba a haber mail), lo cierto es que su relación siempre peligró poco.
Ni qué decir que por su corta edad mi madre no incursionó casi en el mundo masculino. El primero fue el definitivo por lo que una ruptura, una mala primera cita, un chongueo y nada más está muy lejos de sus experiencias y/o de su cognición. Por eso me preguntó a mi. No porque yo tenga una gran experiencia, pero si porque haciendo un repaso de mi existencia, pasé por todas esas instancias y muchísimas veces (por no decir todas) he fallado. A eso hay que sumarle el...
Contexto 2:
Soy una persona de enganches fuertes. Muy. Y este año sufrí un enganche fuertísimo con un solo ser. Conocí a muchos, pero solo él logró hacer mella. Fue (y será por ahora) EL clavo del 2009. Mi vieja conoce la historia, sabe que fui la "pateada" de la misma; y que eso me hizo mierda. Que sufrí mucho (no lloré, rara vez lloro) y todo no por un terrible enamoramiento, sino porque el rechazo me enganchó. Su decisión de patearme así sin más me hizo ponerlo en un lugar que no le hace justicia (y todavía no lo saqué de ahí).
Con todo esto volvemos a las preguntas. Vamos a la primera: ¿Por qué el rechazo provoca ganas de vengarse?
Creo que es obvio: uno se siente dolido y como del amor al odio hay un paso (es una frase trillada pero no por ello menos cierta) uno siente la necesidad de hacer sentir al otro lo mismo que sintió uno. Ahora bien, las posibilidades de que esto suceda son bastante ínfimas, excepto contados casos en los que el que rechaza vuelve con el caballo cansado y es finalmente rechazado/a. Casi siempre el que rechaza aprovecha su situación de ventaja y se regodea en ello. No nos da segundas chances (hablo de relaciones cortas, en matrimonios y/o noviazgos largos quizá si) y nos deja la sangre en el ojo, claramente. Por eso canciones como las de Alejandro o "She's not me" de Madonna (que aunque cornuda y no tanto dejada se pretente en la misma actitud ganadora ante la evidente pérdida) son patéticas, porque vos podés sentirte que sos lo más, pero que te cagaron, de eso no hay duda. No hay vuelta atrás. No importa lo que hagas, el rechazo estuvo y de manos del otro. Vos ya no tenés la posta, porque el que primero fue dejado a un lado fuiste vos. No importa lo que hagas, no vas a producir en el otro un dolor que se equipare al tuyo. Tarde piaste pajarito...
Pregunta dos: ¿Por qué el rechazo produce enganche?
Aunque aún no lo hice, tengo que definir a qué me refiero con rechazo. No se trata de haber invitado a una persona al cine o a dar un paseo por la plaza (qué salida más embolante, por dió!), a caminar por la zona roja de Palermo o simplemente a cenar y que te diga que NO. Ojalá hablara de eso, porque de última ese rechazo es muy superable...
No, no. Me refiero a que vos comiences una relación con alguien y que esa otra persona de un día para el otro te diga: "Fue, no te quiero ver más", o directamente se desaparezca.
Porque -y ahí viene mi definición del asunto- el rechazo es una cuestión de tiempos. De los tiempos de los seres involucrados en cualquier tipo de relación. Léase:
- Si las dos personas llegan a no querer verse más al mismo tiempo y la situación se desgasta y ambos pierden el interés; no hay rechazo. Simplemente hay desencuentro y quizá algo de desilusión. Ambos se dieron cuenta que no eran compatibles, que no querían lo mismo y punto, se acabó.
- Ahora, si uno le gana de mano al otro, la cosa es muuuuy distinta. Léase: uno se desliga de la relación antes que el otro, ahí si hay rechazo. "No te quise", "no me gustaste", "no hubo onda", "no quiero saber un sorete con vos", "sacame esa alfombra de baño que me parece un asquete", "me emperné a otro/a y lo hacía mejor que vos", "mi mamá me dijo que no tenía que salir más con vos", "volví con mi ex" o "...". Son situaciones en las que uno de los dos decide que hasta acá había llegado y que mejor que la cosa no evolucione ni siga.
Esto puede generar enganche, ya que el hecho de que el otro decida no quererte, de algún modo te emperra en que te quiera. Decís: "¡Mierda! ¿qué tengo yo para que este me pegue una patada en el culo tan grande?". Lo terminás aceptando, pero mientras tanto idealizás un poco a esa persona. Pensás que de no haber mediado su actitud, quizás las cosas hubieran sido mejores que lo que en realidad eran o terminarían siendo.
A ver, lo ejemplifico con mi caso. Yo lo pienso friamente y sé que lo mío fe una cuestión de tiempos. Me faltaban semanas, quizá días para darme cuenta que el flaco este era un pelotudo que no me convenía y que ni bien se pasara la novedad (léase: calentura) no me iba a servir para más nada. Era impresentable ante mis amigos, yo misma no soportaba escucharlo... pero no sé, que él decidiera que no quería verme me emperró más con él. Y se volvió mi clavo.
Por eso, tal como declaro siempre, a mi humilde entender la vida es una sucesión eterna de clavos. Algunos seres pasan por nuestras vidas de manera insignificante. Y otros se clavan en nuestra existencia y nos atan a un pasado que no nos conviene pero del que sin embargo no nos podemos desligar. Con el paso del tiempo el clavo se oxida, nos agarra tétanos y gritamos "la puta madre que lo remil parió", pero seguimos ahí, firmes junto al ideal que armamos del reverendo hdp que nos clavó (en el sentido metafórico del término).
Y luego aparece otro clavo, o nosotros mismos lo creamos. Y así sucesivamente, hasta que (calculo) nos morimos y no nos hacemos más problema. Bah, eso creo...

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Fuego

Confieso que hace un tiempo que me hago la boluda con vos. Pero no creas que es por histeria, esa palabra no existe en mi diccionario, no sé histeriquear... no me sale.
No puedo negar que me atraés, de una manera que no me explico pero que se alimenta a diario por muchos factores.
Quizá sea el hecho de que en un punto te parecés a él, me despertás las mismas sensaciones, se me da que te comportás como él...
Pero, ¿para qué negarlo? la mayor de ellas es el morbo que me genera el que sea prohibido.
Me gusta pensar que si algo llegara a pasar entre nosotros, tendremos que escondernos. Yo no se lo voy a poder contar ni a mis amigos, vos vas a ser mi secreto.
Me relamo al pensar que tendría que serte indiferente, cuando en realidad solo deseo sentir tu cuerpo presionado contra el mío, comerte la boca con muchísimo hambre...
Debo admitir que no quiero verte fuera del trabajo, aún cuando sepamos que nuestros compañeros no nos van a rodear. Yo quiero que nuestros encuentros se den en lugares equivocados, vedados, negados. Quiero encerrarme con vos allí donde sea muy simple descubrirnos. Eso me excita y calculo que a vos también.
Deseo jugar con fuego... Quiero esa adrenalina, la necesito. Preparate, en una de esas te lo propongo, ¿te lo podrás bancar?

lunes, 7 de diciembre de 2009

Sos para mí

Si, el título hace referencia a un tema de Julieta Venegas pero reversionado en argento. Si, cuando me enamoro los temas de Venegas me identifican. Si, si escucho uno de ella incluso sin estar enamorada me acuerdo de cuando lo estaba, si. Ya lo dije en un post anterior sobre los temas de mierda: son de lo peor pero tienen razón. Bueno, los temas de esta chica constituyen un caso. Me la banco por lo que acabo de decir (je!)
En algún momento yo creí que el tema al que hago referencia se aplicaba a cierto chico que aún es un clavo en mi existencia. Como las cosas se nos habían presentado entre simples y complicadas (la atracción era clara pero su situación personal en un principio complicó el entablar una relación... si es que eso alguna vez tuvimos) yo creía que él estaba hecho para mi y que, sorteando las dificultades, el día en que todo eso desapareciera, íbamos a ser inseparables. Claro está, esto no sucedió.
Ahora bien, esto había generado en mi una sensación de pensar que si aparece el indicado quizá yo tendría tan mala percepción como con este chico y no me daría cuenta de su existencia.
Pero hoy me di cuenta de lo siguiente (y ahora me refiero a mi potencial "indicado", je):
Que no importa cuántas cosas los demás me digan, que me culpen de todo ni el hecho de que yo misma incluso crea que soy culpable de lo que me pasa...
Porque el día en que te encuentre a vos, que naciste para mi, yo lo voy a saber.
Si no dejé ir a varios incorrectos, ¿cómo te voy a dejar ir a vos?
El día que yo encuentre tus ojos entre la multitud y me miren cálidos y llenos de amor verdadero, nunca más podré dejar de mirarlos, ni vos podrás dejar de mirar los míos.
Cuando sienta que puedo cerrar los ojos y dejarme guiar por vos, porque sienta que sí puedo confiar. Será ese día en que te tome de la mano y no quiera soltarla jamás...
De todos los hombres vos vas a ser el que me trate bien, como merezco ser tratada, quien crea que mis particularidades me hacen interesante y no una más, un material desechable.
Porque no va a importar qué tan distintos seamos, yo no voy a dejar que nimiedades como esas nos separen. Después de todo que seamos diferentes solo puede enriquecernos y hacer todo más entretenido. Quiero aprender de vos, y que vos aprendas de mí.
Vas a ser para mi el hombre más lindo y atractivo sobre la faz de la tierra. El más inteligente, aquel a quien yo pueda admirar. No importa si soy la única en el mundo que lo crea (probablemente junto con tu madre, pero ese es otro tema... jaja). Conmigo basta, ¿no?
Y por sobre todo serás quien respete mis tiempos. Sé que soy algo lenta, pero es porque me gusta disfrutar del camino, analizarlo un poco todo, para que cuando llegue el momento de ser completamente tuya no haya dudas ni vuelta atrás. Yo si te elijo es porque te quiero conservar, cuidarte, serte fiel. Conservando nuestros propios espacios, pero haciéndonos compañía, estando el uno para el otro. Y la espera valdrá la pena, porque ella es mágica, alimenta el deseo y la imaginación, hace que todo lo esperado se vuelva aún mejor.
Yo sé que por algún lado estás, espero estés esperando por mi. Yo mientras sigo buscando el camino que me lleve a vos. Es sinuoso, complicado, lleno de dudas y de seres descartables.
Pero quiero creer y confío en que llegaré a vos. Y eso no me garantizará la felicidad completa (no puedo pedirte tanto), pero sí será una parte importante de ella.
Sea como sea no temo, tan solo te espero. Lo que sí, bueno, no esperes que sea zurciendo medias o tejiendo. Quizá preparando un final de la facu, trabajando, vaya a saber uno... pero estaré.

PD: lamento si lo empalagoso puede llegar a generarles náuseas, procuraré eliminarme el romanticismo en breve. Por ahora, es lo que hay jeje

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Estrategas amorosos

Voy a aclarar algo ya desde el comienzo. Todo aquello sobre lo que escribo corresponde a algún hecho concreto de mi existencia. El mismo puede ser tan actual como haberme acompañado a lo largo de la vida. Y como todo, con los años, empeora. Hay cosas que jamás podré entender, como por ejemplo qué carajo le ven los hombres a Paris Hilton (sacando la plata), qué le parece atractivo a las mujeres de cualquier actor teen actual (de Crepúsculo, Harry Potter y demás bostas) -tienen menos masculinidad que Mich-, por qué tiene un alto rating Tinelli (la boludez generalizada no sirve de argumento para esto. Como dijo Stuart Hall y adhiero: pensar en la idea de "idiotas culturales" es muy poco socialista) o por qué la gente repite lo que dicen los periodistas en la tele.
Pero hay algo que entiendo menos aún y que para peor me crispa. Ellos son los "estrategas amorosos".
Su gran característica es su indiferencia hacia los géneros. No discrimina: tanto hombres como mujeres pueden serlo y es tan molesto en uno como en el otro.
Ahora bien, ¿qué es una estrategia? Me interesa rescatar para ello una de las definiciones que de ese término da la RAE, y que refiere a la matemática. Dice así: "En un proceso regulable, conjunto de las reglas que aseguran una decisión óptima en cada momento".
Así, la estrategia sería un conjunto de normas a seguir, de acciones seguras que garantizarían el resultado buscado. Y la estrategia se utiliza sobre todo en la guerra, para dirigir a las tropas y concertar acciones conjuntas en pos del objetivo: ganar, conquistar, poseer.
El amor y la guerra se parecen mucho. Ambos involucran sentimientos fuertes, impostergables. Pero también coinciden en otra cosa: en que por más que planifiquemos todo, nada queda asegurado y siempre podemos perder. Aún cuando calculemos todo puede surgir algo que nos voltee el tablero y de golpe nos encontremos en la derrota, abatidos, vencidos.
Pero he aquí una cosa: yo no tengo la capacidad de ser una estratega. Nunca lo fui ni lo seré. Jamás pude divertirme con un juego de estrategia, no me gusta para nada el ajedrez. Me niego a elucubrarlo todo. Siento a carne viva y trato de fluir, de expresar lo que siento sin tapujos, siendo directa.
Y en ese transitar libre me tropiezo con los estrategas amorosos o del amor, como más les guste. Seres que permanentemente calculan cada uno de sus pasos frente a su objeto de conquista (que para colmo, la puta madre, soy yo). Estos guerreros (que sin embargo prefieren quedar permanentemente en la retaguardia) del amor se la pasan desarrollando actividades evasivas con tal de sostener el enganche. Te dicen que te llaman y no lo hacen. Están en el msn y no te hablan. Se ponen en ausentes o en ocupados. Si te ven en la calle te saludan con poca onda. Y después, un día -el menos pensado- aparecen como si nada, buscando lo que se les de la gana en ese momento.
Piensan: "yo le hablé ayer así que a ella le toca hablarme hoy, por lo que en tres meses no le hablo y así se muere por mi. Si, eso, la juego de indiferente. Ella está ahí, no me hizo bardo, no parece que vaya a hacerlo. Pero histeriqueo igual... mah si, qué macho soy". Bah, eso creo yo que piensan. ¿Cómo saberlo si mi cerebro no funciona así?
Los estrategas del amor son personas tristes, temerosas, hinchapelotas. ¿Acaso hay algo más embolante que una persona que no deja que las cosas fluyan porque tiene miedo o es histérica? ¿Desde cuándo el otro debe volverse insumo de nuestro alicaído ego?
Muchos dirán que es falta de interés. Es probable. Muchos dirán que es pelotudez. Muy probable también.
Lo único que sé es que, por una u otra circunstancia, yo, que soy directa (los hechos y mis historias lo respaldan), que creo que la verdadera libertad radica en sentir sin restricciones y sin rodeos (y no en guardarse reacciones por un ego estúpido que requiere de la atención de un otro, cualquiera este sea), que me parece que las cosas se solucionan con valentía y estando a la vanguardia (aún cuando por tanto avanzar perdamos la batalla, no importa. No es rival digno quien nos ataca por ir de frente). Los rodeos nunca me entretuvieron. Creo que la vida es lo suficientemente compleja, imponiéndonos situaciones que no elegimos ni deseamos pero que aún así debemos sobrellevar como para delirar horas y horas pensando en cómo hacer para complicarle la existencia a otros.
Amen, cojan, difruten, odien. Hagan lo que quieran, pero con sinceridad y apertura emocional y mental. Si tienen ganas de dar vueltas, la calesita sirve. Aunque sea para chicos, nada mejor que subirse al caballito y dar vueltas como pelotudos en busca de la sortija. Yo seré la que desde afuera venga corriendo y arrebate al forro que las ofrece con histeria y conquistaré lo que deseo así, directa y valientemente.
Pero por favor les pido: si quieren dar vueltas, no me entorpezcan en mi camino, tomen un desvío o crucen de vereda. No me compliquen ni me jodan. No quiero estrategias, quiero amor (signifique esto lo que signifique)
He dicho
PD: si no se entiende un pomo es entendible (¡chupate esta contradicción!)
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...