miércoles, 28 de abril de 2010

Cosas que me enferman I

Hay una serie de cosas que me resultan sumamente intolerables y me llevan al borde de querer por un instante volverme Barreda. Paso a enumerarlas:

1) Que cuando entro al vagón / paso por una calle / entro a un restaurant / voy al súper uno o varios animaloides me empiecen a silbar, me griten una guarangada o me llamen como al perro. Me pone de los pelos y honestamente no les sirve de nada más que para ganarse una mirada de odio (que los muy giles interpretan como onda de mi parte);

2) Los niños y sus padres pedagógicos: bajo ninguna circunstancia me interesa escuchar a tu nena cantar a los gritos la canción que le enseñaron en el jardín, me chupa un ovario si el nene está aprendiendo las vocales o si tus niños están tratando de expresarse. Si me toca viajar con vos y tus energúmenos a las 7 am o luego de las 17, ponele, lo último que espero es escucharlos. HAY OTRA GENTE a la que le interesa demasiado poco el desarrollo personal de tus hijos y yo me incluyo en ese grupo. Callate, callalo o sino tirate por la ventanilla. PERO NO ME ROMPAS!!!

3) La gente infantil: Si pasaste la barrera de los 20 años (ni qué decir la de los 30) no se admiten las siguientes actitudes / caracteres. A saber:
* No tengas voz de pito (y aún más, no la finjas);
* No discutas de cosas que no sabés. No solo parecés ignorante sino un nene de 5 caprichoso;
* No te la des de tierno. La vida nos amarga con los años, nos hace más duros e hijos de puta. Nadie te lo cree;
* No te hagas el que no sabés de qué se habla: si surgen metáforas sobre los genitales, las entendés porque ya viste unos cuantos; si se está bardeando a alguien, al menos reite para que no se note que ni capacidad de entender chistes tenés;

4) La gente que se victimiza y es culposa. En toda pelea / discusión / agarrada de los pelos hay dos partes. Nunca una sola se equivoca y la otra es completamente inocente. Si bien hay quien propicia más el despelote que el otro, todos hacemos cosas para el bardo. Y eso de tildar al otro de sorete y pegarle golpes bajos no habla tan mal del otro como de uno cuando las dice.
Aparte victimizarse sin ver qué cagadas uno se mandó es patológico. Y para mi los loquitos de ese calibre tienen que estar encerrados, porque me hinchan los ovarios;

5) Las conversaciones de los jefes. Como las del mío (obvio), que encima de durar 1 hora como mínimo no se me permite cortarlas porque no puedo mandarlo a la mierda y decirle: "mirá pelotudo, tengo mejores cosas que hacer que hablar con vos". Además es claro que él está al pedo y yo soy la que trabaja. Pero poco le importa, porque él quiere lucirse con sus frases vacías, con su retórica que no me convence. No me dice nada nuevo y encima habla de cosas que no me interesan. Ese tipo es literalmente igual que pasar 15 malas primeras citas. DESGASTANTE.

6) La acumulación de trabajo. No es que me guste estar al pedo (al contrario, en una oficina estar al pedo equivale a prenderse en cuanto puterío surja) pero ¿por qué carajo todos se ponen de acuerdo en llenarme hasta el cuello de actividades? ¿no tienen nada mejor que hacer? ¿por qué no se hacen zurcir el ojete (como bien se le ocurrió a Fontanarrosa)?

Seguirá... (me molestan muchas cosas)

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