lunes, 27 de julio de 2009

Vos sos solo el comienzo de algo más grande... (IV)

Desde ese entonces se sucedieron las miradas, pero también mis especulaciones: vos eras mi historia diaria. Con mis amigos y compañeros de trabajo tratábamos de descifrar quién era ese extraño y si realmente tenía interés o no. Porque o eras mudo o quedado... pero nunca te ibas de la misma posición. Aunque debo reconocerte que supiste (¿supimos?) mantener el encanto.
Luego de tantas vueltas y pensamientos yo ya comencé a creer que habíamos desarrollado un hábito particular (cuando no romántico), pero nada más que eso.
Y debe ser mi pensamiento de mujer (nosotras le buscamos un después a todo), pero ya estaba comenzando a impacientarme. ¿Acaso iba a ser solo este jueguito? ¿No hay un príncipe azul en este pibe? (jeje)
Hasta que sucedió lo esperado. Si me faltaba un signo fue el que me diste ese día.
13 de febrero, pre San Valentín. Yo estaba de vacaciones del laburo por lo que no nos veíamos hacía una semana. Como tenía que ir a la casa de mi hermana, decidí tomar el tren en nuestro horario habitual. De yapa le sumaba el tomar el subte con vos, cosa que nunca hacía (ni hago) ya que camino hasta el laburo.
En ese viaje de subte pasó todo: nos divisamos desde Retiro y nos sorprendimos al tomar la misma combinación. Viajamos en el mismo vagón (obviamente, siempre viajamos en el mismo en cada transporte que usamos) y vos te bajaste unas estaciones antes.
Lo crucial del caso es que, al bajarte, desde el andén me miraste por la ventanilla y si... finalmente, ME SONREISTE. Aún hoy me acuerdo y se me pone la piel de gallina. Fue de los pocos San Valentín en los que no odié que fuera 14 de febrero. Y mi esperanza, crecía y crecía...

(Continuará)

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